Campos de nada
Lucas Ayala
y le extendió su mano y le dijo que podía besarla en ese instante las miradas extraviadas en la multitud y el gesto que se hace desear mientras los pasos se multiplican las miradas que se encuentran por fin entonces la multitud que es un refugio cruel refugio después de todo cuando se acerca y le toma la mano la comprende si es que había algo que comprender entre las voces por los cuerpos que se abrazan levemente un roce y otro paso perdido intentando comprender y el deseo que se abre los gritos de la multitud más allá de todo la mano extendida se vuelve y todo perdido el pensamiento resquebrajado la oportuna suerte.